La delgada franja que separaba ambos mares comenzó a separarse, y por ella, avanzó la esperanza. Esperanza de... bueno, no se sabe muy bien de qué. En fín.
Tras lamentarse mucho, uno decide que solo hay que fijarse en determinadas cosas que te hagan feliz. La salud de tu gente, la buena música, unas risas con algún amigo, una buena comida y un buen postre. Una adecuada compañía y un buen refugio para la tormenta, si llega el caso.
Tratar de describir sentimientos a estas alturas, es arduo por muchos motivos. Por eso solo os dejo estas lineas cargadas de escaso optimismo, pero con algo en la reserva. Bajo la manga. Un aliento cogido a desgana, un esfuerzo para tratar de levantarse. Una mano tendida, lejana quizás.
Nunca minusvalores la estupidez humana. Te rodea, me rodea, nos rodea. Y nos dirige, que esa si que es. Suerte, y al toro.
B y A.
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